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Un olivo de película (4/2016)
En 2016, una de las producciones más reconocidas del cine español fue El olivo, la película dirigida por Icíar Bollaín y protagonizada por Javier Gutiérrez, Anna Castillo y Pep Ambròs. Escrita por Paul Laverty, guionista habitual de Ken Loach, el filme narra la historia de Alma, una chica que quiere recuperar el olivo que su familia vendió hace 12 años y por cuya causa su abuelo dejó de hablar. El olivo fue nominada para cuatro Premios Goya de la Academia en su edición de 2017 y obtuvo el Goya a la Mejor Actriz Revelación para Anna Castillo.
Aunque estamos ante un filme de ficción, el guionista se inspiró en un recorte de prensa que hablaba sobre la venta de un olivo milenario con destino a un país del norte de Europa, por lo que la historia de ficción tiene muchos puntos de contacto con la realidad. Es por ello que el Olivo Milenario que aparece en la película constituye un símbolo de nuestras raíces, de nuestro patrimonio natural y cultural, erigiéndose también en una advertencia de la necesidad de conservar nuestro pasado y nuestras tradiciones para transmitirlo a las generaciones futuras.
Una parte importante de las localizaciones transcurre en la comarca del Baix Maestrat en la provincia de Castellón. Localidades como Sant Mateu, Canet lo Roig, Traiguera o La Jana han prestado la belleza de sus calles y plazas para recrear esta historia, unido todo ello al paisaje natural de los Olivos Milenarios.
De hecho, el olivo que protagoniza el filme está localizado en Canet lo Roig, una población que cuenta con más de 1.100 olivos centenarios; un árbol con una presencia inmensa que permanece desde la época de los romanos, con sus raíces que lo unen a la tierra, a la historia de una sociedad, y que está presente en la pantalla como un protagonista más.
La capacidad promocional de un destino a través del cine es un hecho evidente y el éxito de público y crítica que el filme dirigido por Icíar Bollaín tuvo desde su estreno ha contribuido a la difusión de este recurso cultural y paisajístico fomentando el incremento de las visitas turísticas, pues este entorno se convierte en el territorio ideal para los amantes del turismo cinematográfico, pudiendo revivir las imágenes que hemos visto en la gran pantalla a través de diferentes rutas que unen paisaje, cultura y gastronomía.